¡La rebeldía se volvió de derecha? de

La extrema derecha quiere cambiar el mundo. Y mucha gente está convencida de que eso es lo que el mundo necesita. Con combinaciones de nacionalismo, posturas antiestatales, xenofobia, racismo y misoginia, pero también guiños a la comunidad LGBTI y eslóganes ecologistas, con un aura de injusticia e innovación que atrae a los jóvenes, los llamados «derechos alternativos» lideraron una campaña política revolución en Occidente: con orgullo, enarbolaron las banderas de ira y rebelión marcadas por la izquierda. El progresismo, por otro lado, está entre la confusión y el desdén, está arraigado en la corrección política y corre el riesgo de convertirse en parte del status quo. Trump y Bolsonaro dejan claro que es hora de tomar en serio las ideas de la derecha reaccionaria, aunque parezcan moralmente condenadas o ridículas, y, sobre todo, de entender cómo su discurso defensivo, sus líderes carismáticos y escandalosos y su constante . El desafío logra representar a la mayoría de quienes se ven postergados en las sociedades contemporáneas, también en Argentina. Eso es lo que propone Pablo Stefanoni en este revelador libro, en el que construye una síntesis histórica de estos movimientos y muestra cómo moldearon a los libertarios contemporáneos y otras formas híbridas e inicialmente sorprendentes, como el anarcocapitalismo, el homonacionalismo y el ecofascismo. . Con el trolling de redes como estrategia de guerrilla cultural y el meme como instrumento político, desde foros de Internet y videos de YouTube, hasta plataformas como 4chan y Twitter, estos grupos están haciendo cada vez más el fanatismo clandestino hacia diversas formas de vinculación pública. desde la ropa hasta la votación, desde manifiestos en la web hasta acciones callejeras violentas, expresiones a menudo legitimadas por los líderes en el poder. Este libro, que llena un vacío en los trabajos españoles sobre el tema, no condena a priori: escucha los argumentos y pregunta cómo quienes no se han enfrentado a esta revolución antiprogresista. O, dicho de otro modo, cómo recuperar la bandera de la transgresión, que inteligentemente le fue arrebatada por esta fría extrema derecha que decidió dejar de vivir al margen.